Tito Alberto Palma, asesinado a balazos, fue un periodista de nacionalidad chilena que llegó a Paraguay y se instaló en la sureña localidad de Mayor Julio D. Otaño, departamento de Itapúa, distante a unos 180 kilómetros al noreste de Encarnación, donde comenzó a trabajar en una radioemisora local. El 2 de marzo del 2004, el entonces director de Migraciones, Carlos Machuca Vidal, decretó la expulsión del chileno, después de que este realizara furibundas denuncias de hechos delictuales perpetrados por autoridades de la zona.
Recuerdo el caso de Tito Palma porque en aquellos días tuve la ocasión de trabajar por el caso en mi carácter de cronista del área policial del diario ABC Color, edición papel.
Tras la orden de expulsión de Machuca Vidal, un ejército de rabiosos policías se movilizó para buscar y detener a Tito Palma, quien más tarde fue abandonado sobre el puente internacional que une las ciudades de Posadas y Encarnación.
El entonces poderoso y temible Machuca Vidal había fundamentado la expulsión del chileno en la "resolución número 62". Afirmó que Tito Palma transgredió "la ley migratoria número 978/96, en sus artículos 80 y 81".
"Me expulsaron como si fuese un peligroso delincuente; el día tres de marzo me citaron a la comisaría donde el funcionario de Migraciones Adrián Martínez y un policía me comunicaron la expulsión del país. No me dieron tiempo siquiera a que regrese a mi casa a cambiarme de ropa, me subieron a una camioneta y me trasladaron hasta el puente Encarnación-Posadas donde me dejaron abandonado", denunció el periodista chileno.
Tras reconocer que su cédula de origen estaba vencida, Tito Palma lamentaba lo sucedido con él porque "hay gente que se sabe tiene doble nacionalidad (argentina y paraguaya) y brasileños ilegales que destruyen los bosques, pero nadie les dice nada. Yo estoy afincado, tengo mi esposa paraguaya y cinco hijos paraguayos que ahora quedaron abandonados".
El caso trascendió las fronteras y en pocos días su nombre recorría estaba en todas las agencias noticiosas internacionales hasta que por resolución número 39, del 12 de marzo del 2004, el entonces ministro del Interior Orlando Fiorotto dio una contraorden y dispuso la anulación del decreto de expulsión. De inmediato autorizó el regreso del periodista Tito Palma a Mayor Otaño.
Carlos Machuca Vidal se vio obligado a cumplir la disposición de su jefe y más tarde debió abandonar la Dirección General de Migraciones.
Y así, el sábado 13 de marzo Tito Palma regresó a Paraguay, cuyo retorno fue inmortalizado en la grafica que se publica en la parte superior de este escrito, donde se lo ve junto a su pareja Calixta Benítez, sus hijos Tito, Sebastián y Carlos y la señora María Velozo (a su derecha), quien lo ayudó con las tramitaciones y apoyó a su familia en su ausencia.
Tras esos hechos, el 15 de marzo del 2004 aproveché el espacio de papel de ABC Color para escribir un comentario que a continuación reproduzco en homenaje a Tito Palma, valiente soldado de la verdad.
Verdadero atentado
El titular de la Dirección General de Migraciones, Carlos Machuca Vidal, se vio obligado a revocar la orden de expulsión del periodista chileno Tito Alberto Palma después de recordársele la vigencia y contenido de leyes locales y convenciones internacionales según los cuales no se puede echar del Paraguay a un extranjero cuando este tiene esposa e hijos paraguayos.
De esa forma borró con el codo lo que escribió con la mano y al evidenciar que violó o desconoció la ley, confirmó que para la expulsión del chileno se utilizó como pretexto el precepto legal solamente para satisfacer deseos de políticos a quienes molestan las críticas o denuncias periodísticas.
Desde su radio comunitaria, en la itapuense localidad de Mayor Otaño, Tito Palma cumplió con su misión de periodista criticando y denunciando arbitrariedades o barbaridades cometidas por autoridades de aquel pueblo.
Su expulsión se concretó inmediatamente después de que a través de esa radioemisora se acentuaran las reprobaciones o críticas hacia funcionarios gubernamentales y políticos locales. También, llamativa y repentinamente, Migraciones se dio cuenta de que el chileno era un ilegal y que debía ser echado a patadas del Paraguay, luego de haber vivido y trabajado tranquilamente durante nueve años.
Para justificar la barbaridad contra el periodista extranjero, los amigos de la corrupción hasta llegaron a exhibir copias de prescritos antecedentes penales.
En fin, los ordenanzas estatales de turno volvieron a cumplir con esa bruta obligación de reprimir sin pensar, una práctica que lamentable e increíblemente persiste, por lo visto, en nuestro país.
Con la expulsión del chileno, también quedó en claro que dentro de la maquinaria gubernamental se tienen elementos listos con ganas de silenciar las críticas, perseguir o castigar a periodistas que tienen la valentía de criticar o denunciar hechos de corrupción.
El caso Palma nos sirve de ejemplo y debe ponernos alertas para evitar que mañana en otros pueblos o ciudades los bandidos o ladrones impongan sus voluntades contra quienes los denuncian o critican a través de radios, diarios o semanarios. La expulsión de Palma no fue un caso jurídico, fue un atentado contra la libertad de información, expresión y de prensa.
Así finalizaba aquel comentario que ahora nos recuerda a Tito Palma, quien desde unos micrófonos siempre dijo la verdad que molestaba a quienes y cuya muerte hoy plantea varios interrogantes:
¿Cuándo finalizarán los asesinatos de periodistas?.
¿Serán individualizados y sancionados los responsables de este último crimen ?.
¿Porqué molestan las denuncias?.
¿Qué podemos hacer?.
¿Qué opina?
¿No quiere opinar?
Tras la orden de expulsión de Machuca Vidal, un ejército de rabiosos policías se movilizó para buscar y detener a Tito Palma, quien más tarde fue abandonado sobre el puente internacional que une las ciudades de Posadas y Encarnación.
El entonces poderoso y temible Machuca Vidal había fundamentado la expulsión del chileno en la "resolución número 62". Afirmó que Tito Palma transgredió "la ley migratoria número 978/96, en sus artículos 80 y 81".
"Me expulsaron como si fuese un peligroso delincuente; el día tres de marzo me citaron a la comisaría donde el funcionario de Migraciones Adrián Martínez y un policía me comunicaron la expulsión del país. No me dieron tiempo siquiera a que regrese a mi casa a cambiarme de ropa, me subieron a una camioneta y me trasladaron hasta el puente Encarnación-Posadas donde me dejaron abandonado", denunció el periodista chileno.
Tras reconocer que su cédula de origen estaba vencida, Tito Palma lamentaba lo sucedido con él porque "hay gente que se sabe tiene doble nacionalidad (argentina y paraguaya) y brasileños ilegales que destruyen los bosques, pero nadie les dice nada. Yo estoy afincado, tengo mi esposa paraguaya y cinco hijos paraguayos que ahora quedaron abandonados".
El caso trascendió las fronteras y en pocos días su nombre recorría estaba en todas las agencias noticiosas internacionales hasta que por resolución número 39, del 12 de marzo del 2004, el entonces ministro del Interior Orlando Fiorotto dio una contraorden y dispuso la anulación del decreto de expulsión. De inmediato autorizó el regreso del periodista Tito Palma a Mayor Otaño.
Carlos Machuca Vidal se vio obligado a cumplir la disposición de su jefe y más tarde debió abandonar la Dirección General de Migraciones.
Y así, el sábado 13 de marzo Tito Palma regresó a Paraguay, cuyo retorno fue inmortalizado en la grafica que se publica en la parte superior de este escrito, donde se lo ve junto a su pareja Calixta Benítez, sus hijos Tito, Sebastián y Carlos y la señora María Velozo (a su derecha), quien lo ayudó con las tramitaciones y apoyó a su familia en su ausencia.
Tras esos hechos, el 15 de marzo del 2004 aproveché el espacio de papel de ABC Color para escribir un comentario que a continuación reproduzco en homenaje a Tito Palma, valiente soldado de la verdad.
Verdadero atentado
El titular de la Dirección General de Migraciones, Carlos Machuca Vidal, se vio obligado a revocar la orden de expulsión del periodista chileno Tito Alberto Palma después de recordársele la vigencia y contenido de leyes locales y convenciones internacionales según los cuales no se puede echar del Paraguay a un extranjero cuando este tiene esposa e hijos paraguayos.
De esa forma borró con el codo lo que escribió con la mano y al evidenciar que violó o desconoció la ley, confirmó que para la expulsión del chileno se utilizó como pretexto el precepto legal solamente para satisfacer deseos de políticos a quienes molestan las críticas o denuncias periodísticas.
Desde su radio comunitaria, en la itapuense localidad de Mayor Otaño, Tito Palma cumplió con su misión de periodista criticando y denunciando arbitrariedades o barbaridades cometidas por autoridades de aquel pueblo.
Su expulsión se concretó inmediatamente después de que a través de esa radioemisora se acentuaran las reprobaciones o críticas hacia funcionarios gubernamentales y políticos locales. También, llamativa y repentinamente, Migraciones se dio cuenta de que el chileno era un ilegal y que debía ser echado a patadas del Paraguay, luego de haber vivido y trabajado tranquilamente durante nueve años.
Para justificar la barbaridad contra el periodista extranjero, los amigos de la corrupción hasta llegaron a exhibir copias de prescritos antecedentes penales.
En fin, los ordenanzas estatales de turno volvieron a cumplir con esa bruta obligación de reprimir sin pensar, una práctica que lamentable e increíblemente persiste, por lo visto, en nuestro país.
Con la expulsión del chileno, también quedó en claro que dentro de la maquinaria gubernamental se tienen elementos listos con ganas de silenciar las críticas, perseguir o castigar a periodistas que tienen la valentía de criticar o denunciar hechos de corrupción.
El caso Palma nos sirve de ejemplo y debe ponernos alertas para evitar que mañana en otros pueblos o ciudades los bandidos o ladrones impongan sus voluntades contra quienes los denuncian o critican a través de radios, diarios o semanarios. La expulsión de Palma no fue un caso jurídico, fue un atentado contra la libertad de información, expresión y de prensa.
Así finalizaba aquel comentario que ahora nos recuerda a Tito Palma, quien desde unos micrófonos siempre dijo la verdad que molestaba a quienes y cuya muerte hoy plantea varios interrogantes:
¿Cuándo finalizarán los asesinatos de periodistas?.
¿Serán individualizados y sancionados los responsables de este último crimen ?.
¿Porqué molestan las denuncias?.
¿Qué podemos hacer?.
¿Qué opina?
¿No quiere opinar?
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