martes, 24 de agosto de 2010

La rutina en el hospital de IPS


El Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) de Asunción es un gigantesco y complejo escenario donde el esfuerzo, la desesperación, el dolor y la muerte forman parte de una rutina diurna y nocturna. Esa realidad solamente conocen quienes tuvieron la buena o mala suerte de visitar o estar casualmente en las salas o pasillos de sus pabellones.
A causa de la enfermedad de mi madre, a quien lo internaron por algunas semanas, en el Hospital Central del IPS fui el testigo casual de escenas y hechos que deben contarse para apreciar la vida, valorar la salud, destacar el trabajo de héroes anónimos y darse cuenta de la indiferencia o mentiras de quienes tienen la obligación de facilitar recursos y medios a esa institución fundada bajo nobles y altruistas principios.

Con nombres ficticios en este escrito, algunos hechos reales de rutina hospitalaria se desarrollaron así:
ESCENA 1
Eran alrededor de las tres la madrugada de un domingo cuando un joven con cara ensangrentada es descendido en camilla hasta la puerta central del la sección Urgencias:

- ¡Pronto, traigan el respirador!, ¡ hay que llevarlo la sala de reanimación, es un motociclista a quien le chocaron!. Así gritaba con desesperación uno de los paramédicos que dirigía la camilla con el herido.

- Tiene hundido un ojo y algunas costillas se le incrustaron en el hígado - comentaba pausadamente y entre sollozos una joven que acompañaba al lesionado.

- La sala de reanimación está llena, pero este no puede esperar - comentó una enfermera cuando comenzaba a realizar los primeros auxilios al recién llegado.

- Para estos casos necesitamos mayor infraestructura y medios, aquí falta todo - se quejó en voz alta un médico.

ESCENA 2

Era cerca de la medianoche de un domingo. El silencio del pabellón donde estaba se rompió con el grito de una mujer. Era de desesperación y provenía de una de las salas de internados:

- ¡Luisa!, ¡Luisa!, !traigan el Diazepan, está convulsionando!, !no hay tiempo que perder! - vociferaba la mujer, quien en realidad era la médica de guardia -

- Doctora, !se acaba el medicamento!, ¿qué vamos a hacer si tenemos otra emergencia? - respondía con impotencia la asistente.

- Traé el remedio y después prepará el reclamo - replicó la médica antes de realizar su tarea con el enfermo, ante los llantos de familiares del internado.

ESCENA 3

Fue un viernes a la noche, cerca de las 23:00 cuando dos médicos y una enfermera estaban alrededor de la cama de una paciente:

- ¿Quién es, qué le pasa ? - le pregunté.

- Son Ana, ella es mi madre, dicen que tiene leucemia galopante y ahora le están preparando un suero especial - respondió la joven

- Qué raro. Camina bien, parece saludable, recién me saludó al entrar - contesté y después de una semana se produjo el siguiente drama:

- ¡Doctor!, ¡vengan a verla!, mi mamá está fría y no habla. ¡Mamá!, ¡mirame mamá! - gritaba Ana cuando enfermeras y galenos hacían lo imposible por reanimar a la paciente.

- No hay caso, se hizo lo que se pudo. Si contábamos con mayores recursos esto no habría ocurrido, mis pésames Ana - manifestó el trabajador de blanco cuando la pequeña sala de internados del gigantesco pabellón se convirtió en un recinto de lamentaciones.

Así se desarrollaron algunas escenas que, según funcionarios, enfermeras, médicos y pacientes forman parte de la rutina del IPS.

- ¿Conocerán estas realidades las altas autoridades de turno?.

- ¿Qué nos pueden decir sobre estos hechos los candidatos a cargos electivos ?.

- ¿Qué opina usted ?.

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