Hoy día en Paraguay la gente dejó de creer en sus autoridades y la mayoría entiende que se necesita de cambios o nuevas actitudes que puedan persuadir y reeducar a los canallas o reincidentes en fechorías. El descrédito hacia las autoridades debilita a las instituciones y ello fortalece la corrupción e impunidad, males que pueden combatirse con métodos sencillos, prácticos y baratos.
Las diarias noticias nos revelan que mientras bajo el manto de la impunidad se cuidan y protegen los granujas poderosos, se multiplican los hechos delictivos para escándalo y desesperación de quienes todavía siguen creyendo en la honestidad de la justicia, la seguridad policial o la valentía militar contra la delincuencia.
Maleantes que deben ser condenados quedan libres o sobreseídos, sinceros denunciantes son víctimas de procesos o encarcelamientos, culpables confesos andan sueltos, fiscales con fama de implacables son detenidos por indignados intrépidos en acciones y escenas que nos muestran un Paraguay al revés.
En fin, hasta el título universitario perdió credibilidad porque, había sido, cualquier bruto o bribón puede figurar como máster o doctor de cualquier profesión con un certificado falso a nombre de alguna facultad de su predilección. Así lo evidenció el fiscal Martín Cabrera, detector de doctores y licenciados mau.
Ante esa paraguaya realidad, sería bueno idear y poner en marcha algún proyecto o programa ciudadano que pueda servir para combatir o erradicar esos males, de una forma ejemplar.
Por ejemplo, se podrían formar comisiones juveniles permanentes en los barrios, con voluntarios listos para identificar, ubicar, seguir y gritar “¡¡mentiroso!!” al político o legislador que prometió y no cumplió.
Los integrantes de esas comisiones también deberían tener por misión descubrir los bares, restaurantes o parrilladas donde cenan o se emborrachan los ladrones públicos con la plata del contribuyente. Podría ser aleccionador que en una noche se impida disfrutar de su bebida y manjar a un sinvergüenza estatal comilón.
Se tendría que confeccionar una lista de culpables impunes, fotografiarlos y confeccionar con sus retratos gigantescos afiches o pancartas con leyendas tales como “Fulano, ¡devolvé lo que robaste!”, “¡Zutano pedí perdón!”, “¡Mengano, andá rezá!”, “Ña Epístola, ¡arrodillate!”., etc., etc.
Esas pancartas deberían aparecer en los supermercados, iglesias, clubes sociales, shoppings o cualquier sitio donde el corrupto o saqueador público concurra o aparezca.
Ante estas propuestas, ¿cree que se reduciría el nivel de impunidad en Paraguay?.
¿Existirían personas dispuestas a hacer realidad esas propuestas ?
¿Está de acuerdo con este método?.
¿Desea opinar o brindar alguna sugerencia?.
Maleantes que deben ser condenados quedan libres o sobreseídos, sinceros denunciantes son víctimas de procesos o encarcelamientos, culpables confesos andan sueltos, fiscales con fama de implacables son detenidos por indignados intrépidos en acciones y escenas que nos muestran un Paraguay al revés.
En fin, hasta el título universitario perdió credibilidad porque, había sido, cualquier bruto o bribón puede figurar como máster o doctor de cualquier profesión con un certificado falso a nombre de alguna facultad de su predilección. Así lo evidenció el fiscal Martín Cabrera, detector de doctores y licenciados mau.
Ante esa paraguaya realidad, sería bueno idear y poner en marcha algún proyecto o programa ciudadano que pueda servir para combatir o erradicar esos males, de una forma ejemplar.
Por ejemplo, se podrían formar comisiones juveniles permanentes en los barrios, con voluntarios listos para identificar, ubicar, seguir y gritar “¡¡mentiroso!!” al político o legislador que prometió y no cumplió.
Los integrantes de esas comisiones también deberían tener por misión descubrir los bares, restaurantes o parrilladas donde cenan o se emborrachan los ladrones públicos con la plata del contribuyente. Podría ser aleccionador que en una noche se impida disfrutar de su bebida y manjar a un sinvergüenza estatal comilón.
Se tendría que confeccionar una lista de culpables impunes, fotografiarlos y confeccionar con sus retratos gigantescos afiches o pancartas con leyendas tales como “Fulano, ¡devolvé lo que robaste!”, “¡Zutano pedí perdón!”, “¡Mengano, andá rezá!”, “Ña Epístola, ¡arrodillate!”., etc., etc.
Esas pancartas deberían aparecer en los supermercados, iglesias, clubes sociales, shoppings o cualquier sitio donde el corrupto o saqueador público concurra o aparezca.
Ante estas propuestas, ¿cree que se reduciría el nivel de impunidad en Paraguay?.
¿Existirían personas dispuestas a hacer realidad esas propuestas ?
¿Está de acuerdo con este método?.
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